miércoles, 27 de abril de 2011

Y esto es fútbol



Hace días nomás, desde este espacio, se criticó enfáticamente a aquellos que por amar la ofensividad del Barcelona, hablan pestes de quienes defienden.

La paliza, no tanto en el marcador (2-0) pero sí futbolística, que el equipo de Messi le dio al Madrid, viene al pelo para hacer una diferenciación entre lo que es fútbol y lo que no. Fútbol es el Barcelona, que es una maravilla en todo sentido. Hoy no tenía ningún apuro y entonces soltó poco a los laterales Alves y Puyol. El Madrid estuvo muy replegado y no dejaba espacios, por lo cual el Barsa manejó la pelota horizontalmente y sólo tuvo una o dos situaciones claras, sin desesperarse.

Plantarse atrás también es fútbol, sólo que otro estilo, menos vistoso, simplemente distinto. La salvedad se da en que el equipo de José Mourinho directamente salió a pegar. Eso no es fútbol. Una cosa es meter y defender, otra cosa es ser violento. Pepe es un jugador violento, busca el roce y lastimar en cada jugada. Justamente se fue expulsado por un planchazo artero a Dani Alves. Sergio Ramos es un gran defensor, pero su temperamento lo traiciona seguido, y hoy temprano se ganó la amarilla que lo dejó sin partido de vuelta.


La roja generó, obviamente, más espacios al Barsa a la hora de atacar. Y al rato llegó el gol de Messi, el primero, tras un desborde de Afellay. Luego Busquets se la dejó al 10 para que apile y cierre el partido ¿y la serie también?

De por sí, Messi es dificilísimo de parar. Hay que estar al 100% en concentración y ritmo físico, además de un acertado planteo táctico. Si además de esto, los defensores buscan pegarle en lugar de taparlo o sacarle la pelota, muchachos, entreguen los puntos directamente.

Jugando al fútbol se puede parar al Barsa, si bien es una misión casi imposible. Pero pegando, evidentemente, no se puede. Estudiantes no pegó y casi gana. El Inter no pegó y ganó. El Madrid pegó y ya tiene un pie y medio afuera.

Cuestión, hoy ganó el fútbol, simplemente.

Matías Fabrizio

Esto es Boca




Boca inició el campeonato de la mano de Julio César Falcioni con Juan Román Riquelme, Walter Erviti y todas las expectativas. Fue una categórica derrota 4-1 frente a Godoy Cruz. Luego el equipo se sumergió en un mar de dudas acerca de la ausencia de JRR, los gustos de Falcioni, la compatibilidad de ciertos jugadores, etc. Además, múltiples errores de jugadores y DT, llevaron a Boca a los últimos puestos. Con el 10 en el equipo nuevamente, llegaron nuevas victorias y momentos de buen fútbol, casi exclusivamente gracias a su pegada y a que su espalda le sobra para agarrar la manija.

Sin embargo Riquelme volvió a lesionarse, esta vez en el abdomen. ¿Un abonado a las lesiones poco comunes? Boca, entonces, visitó al Huracán de Roberto Pompei con el esquema que más le gusta al entrenador, pero que no había dado ningún resultado. Dos volantes por afuera y dos de contención/salida, más la libertad de Mouche para jugar por todo el frente de ataque y la incógnita de Palermo, sin suerte pero también sin nivel. En el desarrollo y en el marcador, el Xeneize fue superior a su rival como nunca en este torneo. Un claro 3-0.

Hubo triangulaciones por los costados, Chávez y Colazo tuvieron un partido muy bueno en este sector de la cancha. Somoza y Erviti distribuyeron con libertad y espacios. Boca tuvo circulación, fluidez y profundidad. No acusó el equipo la falta de un conductor nato como Riquelme, ya que todos dieron un plus y se preocuparon por una buena calidad de pases y desmarques.

Mouche tuvo una tarde-noche con imprecisiones, pero al menos siempre llegó al fondo y explotó los espacios. Palermo, al margen de su tan esperado gol, fue nuevamente aquel 9 en el cual se transformó en los últimos años: la perfección del centro delantero experimentado, que se tira atrás y juega, que toca de primera, que asiste y que baja todas de cabeza.

Aparentemente Riquelme llegaría con suerte al clásico frente a Independiente pero siempre con las miras puestas en el partido frente a River dentro de un par de fechas. Ante su posible ausencia y, viendo la gran producción del fin de semana, el esquema sin el 10 sería el mismo en estos dos duelos.
Ya está latente otra vez la discusión de si juega o no el 10. Ahora, ¿esto es Boca? Al menos, fue el Boca que quiere Falcioni, eso ya da tranquilidad para todos.









Matías Fabrizio

domingo, 24 de abril de 2011

Abran los ojos



Ciegos por el placer que les despierta el andamiaje ofensivo del Barcelona, muchos, muchísimos, caen en la preferencia lisa y llana de no reconocer ningún otro estilo de juego. Lo cual es la peor cualidad del fanático, ya sea del fútbol, de la política o de lo que sea.

Por eso en los últimos tiempos, equipos como el Inter y el Real Madrid de José Mourinho, además del mismo entrenador, en menor medida la Selección de Uruguay y algún otro conjunto, han sufrido el permanente ataque de esta gente. Supuestos sabiondos del fútbol que critican despiadadamente a quien ose poner algún defensor demás, o a quien se le ocurra cometer la herejía de priorizar su retaguardia por sobre la rival. ¿Está escrito en algún lado cómo se debe jugar?

Siempre hablando por sobre los gustos de cada quien, claro, pues cada cual tiene los suyos pero a la vez se espera, sobre todo de los periodistas, que se puedan dejar de lado para opinar. Gente como Ángel Cappa, quien habla de su fútbol de izquierda, degrada el que prefiere defender. ¿Eso es de izquierda o es de una derecha bien pero bien elitista? ¿Da vergüenza meterse atrás? Vergüenza es robar o, en el deporte, hacer trampa, no otra cosa.

El juego del Barcelona es hermoso, de pies a cabeza, de Valdés a Messi. Pero el Barsa no alcanzó el status de mejor equipo del mundo, y quizás de la historia, porque Lio juegue a un toque con Iniesta. Logró tanto porque antes de los goles y lujos, estos muchachos, los once, se preocupan por recuperar la pelota en campo rival, por presionar la salida de los defensores contrarios y por tener el balón. Claro, todos destacan el ataque, pero llega un punto, ya sea por un quite rival o porque el remate, por ejemplo, de Villa pasó cerca del palo, que la tenencia cambia de bando. Y ahí el Barcelona también se luce. Como también se luce Pep Guardiola, que se la pasa aclarando que hay que respetar los distintos estilos de cada rival, en lugar de vanagloriarse de su equipo.

El Barsa hace poco venció al Arsenal por la Champions League. Uno de esos goles vino tras un pase perfecto de Iniesta y un lujo de Messi tocando la pelota por sobre el arquero antes de definir. Estos fundamentalistas del tiki-tiki festejaron sólo eso. Quienes ven el fútbol como algo completo, de ataque y defensa, de físico y técnica, de mente y cuerpo, festejan también el hecho no menos importante de que Iniesta recuperó esa pelota a un metro del área inglesa. Porque es así, el Barcelona, el poco tiempo que no tiene la posesión, defiende con sus once jugadores. Tal cual exige a sus equipos José Mourinho.



Matías Fabrizio