jueves, 11 de febrero de 2016

Todo de Boca

En la derrota de ayer, no hay culpas ajenas. Apenas el mérito de un San Lorenzo contundente que se mostró sólido y efectivo para abusarse de los horrores del Xeneize. Boca, en esta Supercopa, no generó un posible triunfo en ningún momento.



Cuesta entender lo que está pasando en este inicio de año en Boca. Fue bicampeón sin jugar demasiado bien, pero bicampeón al fin, y luego partido a partido se empezó a ver una involución en el nivel futbolístico y actitudinal del equipo. Lo de ayer fue un extremo. Por el resultado, por ser una final, por el rival, fue una de las peores derrotas de la historia. El Xeneize ha perdido alguna vez por un número más abultado, pero no un partido para ser campeón. No se puede jugar así una instancia decisiva. Desde el vamos, con un esquema ilógico en relación a los nombres que lo formaban, más un bajísimo nivel individual, Boca sufrió la final contra San Lorenzo. Porque si entraba el mano a mano de Tevez, y el Ciclón se iba de rosca en la búsqueda del empate, la goleada podía ser a favor, pero hubiera sido injustificado desde lo futbolístico.

Se puede jugar con tres en el fondo, claro que sí. De hecho, uno puede armar el esquema con un cubilete y dados, al azar, siempre y cuando después en cancha haya nombres (y niveles) para llevarlo a cabo. Jugar con tres defensores es para avasallar al rival, como la primera época de la selección de Marcelo Bielsa; para pararte decididamente atrás, que esos tres sean realmente cinco y jugar a la contra; o bien con un mediocampo de muy buen pie, y utilizar a los carrileros como extremos lanzados al ataque, como el Brasil 2002 (tres defensores, Cafú y Roberto Carlos). Boca no llevo a cabo ninguna de estas opciones: tuvo la pelota pero entre los centrales y sólo llegó a través del pelotazos del Cata Díaz (el más claro del equipo), intentó jugar adelantado en el campo, llevando los centrales al medio, y solamente Pablo Pérez y Carlos Tevez eran los que podían generar algo de juego.

¿Hacía falta, Vasco, poner a Cubas y a Meli si atrás ya hay tres centrales esperando? Otra vez, bienvenido (al margen de si gusta o no, claro) tirarse atrás, pero ayer Boca no hizo eso, intentó atacar con un once inicial en el que más de dos tercios eran de corte defensivo. ¿Tres centrales y dos laterales? Genial, pero con Gago, Pérez y Lodeiro, que haya movilidad y se lance a los de afuera. Los arreglos fueron desarreglos, no pareció tener mucho sentido que, la ingresar Osvaldo y Gago, sigan en cancha los tres centrales siendo el Cata el más abierto por derecha. Tanto este doble cambio en el entretiempo como el de Lodeiro por Chávez significaron cambios en la táctica, y más confusión que solución.

No hay demasiada lógica en cambiar la base campeona. Sí, Boca no terminó jugando muy bien, ganó los dos títulos por el peso de las individualidades que hoy no aparecen, etc. Pero pasar de un clásico 4-3-1-2 con intérpretes adecuados a poner en una final un esquema que sólo en un amistoso probó, tiene poco sentido. El de ayer fue el peor partido de Arruabarrena como DT de Boca. De su equipo sin dudas, pero también el peor del entrenador, la derrota de la que parece ser más responsable de todas.

Ya lo dijo Tevez: hay 7 u 8 jugadores, entre los que él acertadamente se incluye, que están muy bajos. Lodeiro, los delanteros, Pérez, Meli. A Cubas se lo vio muy solo en el medio, como para argumentar en su favor, pero también estuvo muy impreciso con la pelota. Orión tardó fortuna en salir en el segundo gol, Gago de movida empezó a fastidiarse y dejar huecos en defensa, Osvaldo sólo en su pase a Meli mostró algo, Peruzzi casi nunca llegó al fondo en los primeros 45 minutos y Silva todavía no le llamó la atención al Tata Martino. En síntesis, ningún jugador de Boca se salva en este comienzo, salvo momentos de alguno. Muy claro el 10 en la zona mixta: faltan ganas y actitud. Pero ojo, las ganas y actitud, por ejemplo, que hacen que los once jugadores del Barcelona estén 90 minutos corriendo, buscando desmarcarse y ser opciones de pase. La alegría. Las ganas de jugar, de pedir la pelota, de participar. Eso le falta a Boca, el placer de estar adentro de la cancha.

Algunos creen que esta derrota no puede no dejar huella. Puede ser, fue muy dura en varios aspectos. No obstante, hay una discusión a darse antes de sentenciar continuidades. Bien o mal, Arruabarrena fue bicampeón en noviembre y luego su contrato finalizó. Si la dirigencia resolvió renovarle, es porque confía en su capacidad. Por ende, echarlo ahora significa que un puñado de amistosos y UN partido importante anulan todo lo bueno que puede haber hecho antes el Vasco para seguir. Vaya y pase aceptarle una renuncia, pero un presidente que despide a un DT en estas condiciones (tras ganar los únicos títulos de su gestión), debe irse con él.


Después hay otra discusión, y es figurita repetida. El que gana siempre, vuelve a ganar. Oportunamente su cuadrilla de periodistas repartidos por los distintos medios ya preparó el terreno para que el presidente ejecute. Porque Boca ha perdido una final de la peor manera, pero las aparentes dudas sobre la continuidad del Vasco están dando vueltas hace por lo menos 10 días. ¿Qué terreno? Claro, si Angelici resuelve echarlo, es porque el ciclo no daba para más, a pesar de haberse renovado hace dos meses. Si Boca ganaba y el Vasco seguía, Angelici era el bueno de la película, defendiendo a su DT contra viento y marea. Los dirigentes no pierden nunca, dijo Riquelme, están cuatro años pase lo que pase. Y encima acá son cuatro más. Se lo hicieron a Bianchi, a quien nunca quiso el presidente, y se lo van a hacer a Arruabarrena si no endereza pronto la nave. ¿Estará arrepentido el Vasco de tanto “si no gana Angelici no sigo”?


La sección “Para el hincha” es eso. Una sección para el hincha de Boca. De parte de otro hincha. Uno que, simplemente, escribe en una página y habla en una radio, en lugar de manejar un taxi, conducir una fábrica o ser empleado estatal. Es un lugar para volcar sensaciones, opiniones, broncas y alegrías, y reflejar la identidad del club, con pasión y chicanas, pero con autocrítica y respeto. Y sin Angelicis.

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