Votar a Macri es egoísmo. Es elegir a la inoperancia, la inutilidad, pero sobre todo el egoísmo. Las escuelas públicas tienen problemas básicos: falta de calefacción y pibes que pasan frío, caída de techos y puertas sobre los alumnos. Lo mismo los hospitales: algunos no tienen gas ni agua caliente, otros no tienen insumos simples como ¡gasas! Es decir, si uno se corta un dedo, no se lo pueden solucionar. Calles rotas hay por todos lados, especialmente del centro al sur de la Ciudad, quizás hacia zona norte haya una fachada un poco mejor, pero en cada calle de Buenos Aires se pueden observar muestras de la que ha sido la peor gestión en la historia de la Ciudad.
No hay nada positivo para rescatar de Macri. Nada. La gente que lo vota es gente que está bien porque tiene la suerte de trabajar y ganar dinero, entonces pueden recurrir a estudios y atención médica privada. Pero claro, al ser instituciones privadas, ¿qué tiene que ver este pésimo Jefe de Gobierno? O sea, es nulo el mérito macrista. Y ni hablar de su incapacidad aunque más no sea para mentir, cuando un muñeco le sopla de atrás las cosas que tiene que ir diciendo ante los micrófonos.
Evidentemente, en la Capital hay mayoría de egoístas, y por eso Macri lidera las encuestas. Lo bueno, o en realidad no, es que las instituciones públicas están tan mal que tarde o temprano este delincuente ya procesado deberá rendir cuentas a la justicia por administrar como hizo los impuestos de los contribuyentes (ej.: 900U$S las notebooks...).
Cada cual piensa y vota como le plazca, lo único que pido es que el que vota a Macri, después se haga cargo de tal irresponsabilidad. Y también que no se queje cuando se vea perjudicado por las infinitas fallas de este empresario cuyo único mérito ha sido ser hijo de su padre.
Matías Fabrizio
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