jueves, 23 de junio de 2011

San Martín del Área


¿Cuáles son los estándares del fútbol? ¿Quién los hizo? ¿Qué es jugar bien y jugar mal? ¿Se decidió mediante el voto popular?

Hay quienes dicen que jugar bien es saber parar la pelota de pecho y ponerla abajo de la suela, pisarla y eludir a uno, jugar a un toque. Pero si soy arquero ¿para qué me sirve? Ahí jugar bien sería no dar rebote y descolgar los centros, por ejemplo. ¿Y si soy 8? Tener buen recorrido, buen control de pelota y colaborar en defensa y en ataque, a lo mejor. Por ahí para un enganche, esas características que muchos dicen ser indispensables, son las adecuadas, pero no para otro puesto.

De un centrodelantero uno espera goles y más goles. Que obligue a los defensores rivales a equivocarse y haga dudar a los arqueros. Y Martín Palermo lo hizo, sobre todo los goles: fueron 306 en 19 años de carrera. Cumplió su rol de 9, de goleador. Fueron de todo tipo, de lejos y de cerca, de cabeza, con una pierna, con la otra y con las dos, de mitad de cancha y de penal, golazos y desprolijidades.

Suele decirse que, entre cuatro hermanos, el mejor era el único que no se dedicó al deporte. O que un leñador gigante que vive en el bosque levanta más kilos que Darío Lecman, pesista olímpico argentino. O capaz que el primo de Einstein sabía más. Lo cierto es que el que llega lejos y trasciende lo hace por condiciones pero también por personalidad y actitud.

Palermo se esforzó, insistió y llegó. Le hizo dos goles al actual arquero campeón del mundo en una final Intercontinental, por ejemplo, o uno al clásico rival después de una lesión ligamentaria de cinco meses. Nunca pisó la pelota para manejar el ritmo del partido, ni anotó tras sacarse a tres de encima.



Tampoco lo necesitó, sus cualidades técnicas han sido otras. Un cabezazo increíble, capacidad y facilidad para definir de cualquier manera con tal que termine en gol, y pegarle fortísimo a la pelota. El que dice patear fuerte no necesita técnica, nunca jugó al fútbol, ya que hay que saber poner el empeine para que el balón tome fuerza y velocidad. Todas estas cosas El Optimista del Gol las tuvo, y de sobra. Por ende, ha sido un crack. Un excelente jugador, de brillante y particular carrera, que ganó todo lo que quiso ganar y batió récords de otras épocas.


¿Qué es jugar bien? Sólo cuatro jugadores en la historia del fútbol argentino hicieron más goles que Palermo, y otro hizo la misma cantidad. Eso, para un 9, es jugar bárbaro.




Matías Fabrizio

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