Estudiantes de La Plata se consagró campeón de la Copa Libertadores de América al derrotar 2-1 al Cruzeiro en el Mineirao de Belo Horizonte, tras arrancar perdiendo, con goles de Gastón Fernández y Mauro Boselli, quien fue el máximo goleador de la competencia.
Fue la cuarta Libertadores para la institución platense, esta vez de la mano de Juan Sebastián Verón, al igual que en el año 1968, 1969 y 1970 lo hiciera su padre, Juan Ramón. Mariano Andújar batió el récord de más tiempo sin recibir goles que ostentaba Hugo Gatti en la Copa, haciendo recordar al pueblo pincharrata las atajadas del Flaco Poletti. El Chapu Braña empezó a raspar en el mediocampo un día, y hoy, tras la victoria, la gente se seguía preguntando si era Braña o si era el doctor Bilardo.
Tras 39 años de escuchar a los más grandes contando las historias y anécdotas de un equipo mítico, que causó sensación y terror en todo el continente americano, aparecieron el Chavo Desábato, el Flaco Alayes y Rolando Schiavi, que jugaron como Raúl Madero y Aguirre Suárez. O mismo como el Ruso Prátola, siempre presente en cada partido del equipo platense.
Si Boselli hubiera marcado un gol más, hubiera alcanzado los 9 que hizo la Bruja Verón en la Copa del 68, la primera de la institución albiroja. Sin embargo los 8 que hizo le alcanzaron para ser el goleador, y que todos duden si era él o si era Conigliaro o el mismo Verón padre. No sería justo dejar de mencionar a Malbernat... perdón, a Mambrú Angeleri, uno de los jugadores más queridos por su hinchada, gracias a su sacrificio y amor incondicional por la camiseta.
El padre de este gran ejemplo para el fútbol argentino, de este club que tan bien ha representado al país a lo largo de los años, fue Osvaldo Zubeldía, allá por los años '60. Después lo fue uno de sus "hijos", Carlos Salvador Bilardo, en la década del '80. Hoy en día, el conductor de este grupo de jugadores de fútbol, con todas las letras, es Alejandro Sabella, que nació futbolísticamente en River, pero su lugar en el mundo, sin dudas, fue el Estudiantes de Bilardo. Quizás el próximo equipo Pincha campeón sea con José Luis Calderón en el banco y la Brujita en el palco presidencial, ¿por qué no?
Fue la cuarta Libertadores para la institución platense, esta vez de la mano de Juan Sebastián Verón, al igual que en el año 1968, 1969 y 1970 lo hiciera su padre, Juan Ramón. Mariano Andújar batió el récord de más tiempo sin recibir goles que ostentaba Hugo Gatti en la Copa, haciendo recordar al pueblo pincharrata las atajadas del Flaco Poletti. El Chapu Braña empezó a raspar en el mediocampo un día, y hoy, tras la victoria, la gente se seguía preguntando si era Braña o si era el doctor Bilardo.
Tras 39 años de escuchar a los más grandes contando las historias y anécdotas de un equipo mítico, que causó sensación y terror en todo el continente americano, aparecieron el Chavo Desábato, el Flaco Alayes y Rolando Schiavi, que jugaron como Raúl Madero y Aguirre Suárez. O mismo como el Ruso Prátola, siempre presente en cada partido del equipo platense.
Si Boselli hubiera marcado un gol más, hubiera alcanzado los 9 que hizo la Bruja Verón en la Copa del 68, la primera de la institución albiroja. Sin embargo los 8 que hizo le alcanzaron para ser el goleador, y que todos duden si era él o si era Conigliaro o el mismo Verón padre. No sería justo dejar de mencionar a Malbernat... perdón, a Mambrú Angeleri, uno de los jugadores más queridos por su hinchada, gracias a su sacrificio y amor incondicional por la camiseta.
El padre de este gran ejemplo para el fútbol argentino, de este club que tan bien ha representado al país a lo largo de los años, fue Osvaldo Zubeldía, allá por los años '60. Después lo fue uno de sus "hijos", Carlos Salvador Bilardo, en la década del '80. Hoy en día, el conductor de este grupo de jugadores de fútbol, con todas las letras, es Alejandro Sabella, que nació futbolísticamente en River, pero su lugar en el mundo, sin dudas, fue el Estudiantes de Bilardo. Quizás el próximo equipo Pincha campeón sea con José Luis Calderón en el banco y la Brujita en el palco presidencial, ¿por qué no?
Matías Fabrizio
foto: Olé
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