Y así fue, sorprendiendo a propios y extraños, los Reds a la media hora ya iban 2-0 en ventaja. A los 19, hubo un tiro libre en tres cuartos de cancha sobre la derecha para los visitantes. Fabio Aurelio, el zurdo lateral de gran pegada, se aprovechó de un Petr Cech distraído para ponerla por bajo contra el primer palo. Diez minutos después, Ivanovic cometió un penal que Xabi Alonso, de excelente primer tiempo, cambió por gol.
Luego de las conquistas, el equipo de la ciudad Beatle sacó el pie del acelerador y manejó la pelota a su gusto, gracias a un mediocampo eficaz y de buen pie, con Mascherano y Xabi Alonso como estandartes. El Chelsea no encontraba la pelota, no encontraba el rumbo y por sobre todas las cosas, no sabía cómo resolver el vendaval rojo que se le había presentado de golpe y que ponía en peligro el sueño de conseguir la primera Champions en la historia del club.
El segundo tiempo fue 100% distinto. Tan sólo seis minutos después de comenzado el mismo Nicolás Anelka, que había ingresado a los 35PT por Salomon Kalou, desbordó por la derecha y tiró un centro bajo paralelo a la línea de fondo que Didier Drogba llegó a rozar lo suficiente como para que Pepe Reina se hiciera un gol en contra. La televisación primero lo señaló como "gol en contra" y después como gol del marfileño. No conforme con haber descontado, cinco minutos más tarde el brasileño Alex se hizo cargo de un tiro libre a 35 metros del arco con un bombazo inatajable que dejó las redes moviéndose por un buen rato. Partido empatado y chau a las ilusiones rojas.
El Liverpool (con brazalete negro por cumplirse 20 años de la tragedia de Hillsboroug, cuando murieron 96 hinchas 'Reds') perdió la pelota, tanto Xabi como Masche dejaron de gobernar el mediocampo, el Niño Torres no llevó peligro en ningún momento y ni que hablar de Kuyt y Bennayoun, que no hicieron absolutamente nada más que correr. El español Rafa Benítez probó con el ingreso de Albert Riera por el capitán argentino para aportar más juego por la banda izquierda y lograr abrir a los de Guus Hiddink, pero cinco minutos más tarde, salieron jugando mal del fondo y Ballack tocó largo para Drogba, quien cruzó la pelota al medio para que Lampard pusiera el 3-2 que parecía sentenciar todo a favor del equipo capitalino.
Benítez insistió con mover el banco y mandó a la cancha a Ngog, juvenil francés de 20 años, en lugar del Niño Torres, y un minuto después, con una dosis de fortuna, renació el Liverpool: Lucas remató desde afuera del área y la pelota se desvió en Essien, descolocando a Cech. Con el empate, igual hacían falta dos goles más para pasar de ronda, y allí fueron. Un pelotazo, un despeje, un toque de Xabi Alonso y Riera que le daba la razón a su DT con un desborde corto y un centro punzante al centro del área chica para que Kuyt pusiera un cabezazo letal entre cuatro defensores, como para justificar su presencia en la cancha. El 4-3 levantó a los aficionados que se acercaron al estadio de los 'Penssioniers', pero todavía faltaba otro tanto, por eso quemaron las naves y Ryan Babel entró por Arbeloa.
Lamentablemente, a los 89 minutos de juego la estrella de 'Los Elefantes africanos' robó una pelota en la defensa roja, Anelka se la llevó y metió el pase para que Lampard la pusiera con cara interna contra el palo, para el delirio de los hinchas locales, que igual seguirían sufriendo, como por ejemplo un minuto después cuando Cech dejó corto un despeje y Essien se terminó jugando la vida al despejar de cabeza en la línea.
El argentino Franco Di Santo, ex Audax Italiano de Chile, ingresó por Drogba y antes de que pudiera hacer algo, el juez español (¿por qué no un inglés?) Medina Cantalejo pitó el final de este emocionante partido.
Ahora el Chelsea espera por el Barcelona de Messi para reeditar un clásico de los últimos años en Champions, aunque con Hiddink y sin Mourinho, el duelo pierde uno sus principales condimentos.
por Matías Fabrizio, para Es Lo que Hay
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